En primer lugar, tenéis la introducción del libro viajero, que debéis continuar vosotros.
Era
un día lluvioso, lo vi justo al levantarme de mi hamaca, aunque más
bien lo olí en el ambiente. De esas veces que dices: Huele a mojado.
(¿Sabíais que cuando huele a mojado, lo que huele en realidad es el
ozono del ambiente?).
Me
levanté y me dirigí a la cubierta del barco, era temprano, de
madrugada, y me tocaba hacer la última guardia de la noche. La
superficie del barco estaba mojada y se tambaleaba a causa del
oleaje, a veces era difícil mantenerse en pie. Cuando llegué al
puesto de guardia, salude a mi compañero:
- ¡Buenos días Peter!, por decir algo, la mañana se ha levantado revuelta. Anda y descansa todo lo que puedas antes de que se levante el Capitán.
- Muchas gracias Jake! – Dijo Peter – Voy corriendo a dormir, pero antes pasaré por la cocina a ver que puedo birlar de comida sin que Brad el cocinero se dé cuenta, ya sabes cómo se las gasta. Al último que pilló le corto el dedo.
- ¡Pues corre Peter!, no sea que te corte el brazo entero, jajajajaja- rió Jake
Peter
se fue y me quedé en mi puesto de guardia. A esas horas de la
madrugada era una de las peores guardias que te podían tocar, hacia
mucho frio y viento, aunque por lo menos se podía dormir durante
casi toda la noche. Mire hacia el norte, cogí el timón bien fuerte,
y me propuse pasar lo más plácidamente el tiempo de guardia que me
restaba por hacer.
Pese
al movimiento del barco, no había ninguna novedad conforme se
pasaban las horas. Miraba mi brújula para no perder el rumbo que
había marcado el Capitán el día anterior. Por lo visto nos
dirigíamos a por un botín de unos franceses cuyo barco se había
hundido una semana atrás, presa de una gran tormenta. ¡Cuánto odio
a los franceses! Eran fieros en batalla, pero cuando los apresabas no
me gustaba nada como hablaban.
Pasaban
ya casi las tres horas de guardia, aunque ya daba igual porque sabía
que no iba a volver a dormir, empezaba la jornada de un pirata. El
Capitán se despertaría y diría: “¡Brad, mi desayuno! ¡Los
demás, sucia y asquerosa escoria, a trabajar!”. Aunque ese no era
todavía el caso porque a lo lejos divisé algo, aunque no sabía que
era exactamente. Cogí el catalejo y mire a ver que era. Para mi
sorpresa era un mástil de un barco hundido que flotaba en el mar. Me
puse nervioso pensando que ese no podía ser el barco francés que
buscábamos aunque con mas frialdad pensé que debido al fuerte
viento, nos habíamos movido mucho más rápido de lo previsto. Seguí
mirando para no tener dudas y ahí estaba: ¡La bandera francesa
flotando en el agua!
Jake, sorprendido por el descubrimiento de la bandera francesa,
corrió a llamar al Capitán. Este se despertó de mala gana,
insultando a Jake repetidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario